Lo primero que vamos a aclarar es que el nivel de deseo no es una cuestión de género. La creencia de que el hombre tiene más deseo que la mujer es un mito muy extendido en nuestra cultura, y, en otras, ni hablemos; directamente se le niega completamente a la mujer el derecho al placer sexual (casos de mutilación genital).
Este mito también ha tenido consecuencias negativas para los hombres, ya que se espera de ellos que “siempre estén dispuestos y que nunca tengan fallos”. Esto ha traído que ellos se avergüencen cuando no ocurre así y tarden mucho en consultar a profesionales su falta de deseo (motivo de consulta sexológica que ha aumentado mucho en los últimos tiempos fruto del estilo de vida que llevamos, entre otros factores).
La realidad es que a los hombres se les ha permitido tener un desarrollo sexual más natural desde su despertar hormonal (preadolescencia) y no se les ha cargado de miedos y culpa, como en el caso de las mujeres.
Se les normaliza el hecho de expresar su deseo por medio de distintos comportamientos (la exploración y preguntas sobre sus genitales, mirar revistas y/o películas de contenido sexual, la masturbación, etc.)
En las mujeres no ocurre esto. La mayoría acalla su deseo hasta que empieza a mantener relaciones sexuales en pareja. Nos hemos perdido una etapa importante de autoconocimiento. Esto hace que nuestra sexualidad quede relegada a la del varón y se espera que, a nivel de deseo, estemos dispuestas cuando ellos lo estén, como si tuviéramos que tener sincronizados nuestros relojes del deseo.
La realidad es que esto camina en sentido opuesto. El nivel de deseo depende de los niveles hormonales (parte fisiológica) y de nuestra Autonomía y Autoestima sexual, es decir, depende de nosotros el proveernos de una vida sexual placentera y el valorarnos positivamente y gustarnos como personas sexuales (parte psicológica).
El deseo se alimenta y se aviva con la frecuencia de relaciones placenteras, para ser más claros “cuántas más relaciones y más buenas resulten, más ganas se tienen de tener más”. Y después, el deseo va más allá del encuentro sexual. Es una actitud que nos acompaña y nos hace promover un nuevo encuentro. Nos erotiza y eso nos une más con la pareja.
La cuestión es que no es un tema de género. Es una cuestión de personas, de educación, de la adquisición y mantenimiento de una buena Salud Sexual.
Con lo cual, habrá que fomentar estos valores para que no se siga perpetuando esta situación de desigualdad. Y, al igual que en otras áreas, seguro que las mujeres “nos ponemos al día” y conseguimos buenos niveles de paridad.
Y, por último, algo muy importante que no hay que olvidar. Y es que, a los hombres también les gusta sentirse deseados.
Por: Isabel Díaz (Psicóloga – sexóloga)